lunes, 14 de julio de 2008

· oscuridad

Ya nada es igual, la luz que nos guió por arduas horas ya no esta, ahora la oscuridad y soledad nos acompaña, se hace nuestro guarda espaldas, los pasos se escuchan a lo lejos, no estamos seguros si alguien nos chocara por el frente o nos sigue frenéticamente a unos cuantos pasos de distancia, no sabemos que se esconde en las sombras que vemos pasar o que historia le pesa, jamás sabremos de donde vienen o donde van, solo podemos ver sus cortos y pesados pasos chocar contra el frió asfalto, que al sonar logra formar un sonido eterno que se repite en nuestro oídos por largas horas sin dejarnos descansar ni pensar en otra cosa que ese golpe en seco que choco mil veces contra el asfalto, pero esto solo ocurre en la noche cuando la mayoría de las almas se encuentran en paz viviendo un mundo imaginario, en donde nadie los incomoda ni molesta, donde el ruido ni las penas existen, donde cada uno forma y crea su historia de la forma en la que le párese, donde esos malditos pasos no se sienten, porque sus fríos pies están cubiertos logrando formar la perfecta combinación entre comodidad y un paraíso alucinógeno durante 8 eternas horas.

Y así pasan las horas delante de nosotros y estos eternos minutos incluyeron miles de sombras diferentes, y mas de mil historias por persona. Pero de pronto sentimos algo diferente en nuestros cuerpos, empezamos a sentir esa amargura que nos consume, pero realmente no sabemos de donde viene o de donde es, no sabemos ni siquiera porque la sentimos, nuestros corazones se aprietan hasta el punto de no poder mas, sentimos que nos falta el aire, y que por nuestra cara empiezan a correr gruesas gotas que nacen desde nuestros ojos, jamás habíamos sentido esta sensación, es algo nuevo, en ese instante dejamos lo que llevábamos en las manos, y empezamos a correr, sentimos como nuestro cuerpo flota y nuestros pies no tocan el suelo, es como si una fuerza nos empujara a correr hasta no poder mas, en viento rosa nuestras caras y empezamos a sentir el sudor recorrer todo nuestro cuerpo, el calor cubre nuestros cuerpos, en el camino vamos dejando todo lo que nos incomoda, de pronto sentimos que no podemos mas y nuestro cuerpo nos pide descansar, entonces nos tiramos en esta calle que encasilla todas nuestras historias, sueños y emociones, entonces nos encontramos hay en medio de todo lo que nos apodero e impulso a correr, una vez que logramos despegarnos del suelo nos damos cuenta que no sabemos donde nos encontramos ni siquiera sabemos como volver al punto de partida, pero a pesar de eso ni siquiera sentimos miedo, ya que mas miedo del que ya sentimos es imposible sentir, nos empezamos a mover por inercia, pero ya no corremos sino que caminamos, caminamos encontrándonos en otra dimensión, nuestro cuerpo se encuentra en esa maldita calle que encasilla todo lo que no queremos ni logramos evitar en nuestras vidas, y nuestra alma, esta en otro sitio, un lugar que la obliga a sentirse desdichada y obligada a sufrir, y así pasaron las ultimas horas de esta noche, en la cual solo podemos recordar el sonar de esos pesados pasos en el asfalto.

Nuestros cuerpos están en un mundo desconocido cuando de pronto sentimos la melodía de la canción for minuts, no logramos salir de este mundo, pero la melodía se hace mas y mas fuerte, cuando de pronto nos damos cuenta que es nuestro teléfono es el que suena, una vez que logramos despéganos de este mundo, logramos a la vez abrir los ojos y así darnos cuenta que estábamos soñando y ese sonido que nos trajo devuelta al mundo es la maldita alarma que nos indica que ya es hora de volver al mundo real